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"Los trabajadores no somos la casta", advierten. ATE convocó a una manifestación este miércoles a las 8 horas en la sede de Agricultura Familiar de Santa Rosa. Hay alrededor de 70 despidos entre los distintos organismos nacionales.

 La movilización reclamó la reincorporación de los despedidos. Los trabajadores fueron cesanteados  durante el fin de semana largo: les bloquearon mails y claves. No recibieron telegramas con notificaciones, pero el organismo nacional había reconvertido sus contratos y vencían este 31 de marzo. Son parte de la ola de despidos a nivel nacional que en La Pampa ya cuenta con 70 despidos entre todas las dependencias.

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Este miércoles 3 de abril, desde las 8 de la mañana, las y los trabajadores del Instituto de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena (exAgricultura Familiar) realizaron una protesta en la sede Santa Rosa del organismo.

El veterinario y delegado de ATE, Osvaldo Folmer explicó que las y los despedidos son trabajadores contratados. “Hoy a la mañana nos anoticiamos que salió publicada en el Boletín Oficial la intervención del Instituto. Nosotros veníamos reclamando contar con algún jefe y ahora habrá un interventor con el que intentar dialogar mientras se están llevando adelante todas estas acciones”.

“Los contratos eran anuales. El más viejo que tenemos, es el del 2003 y la mayoría del 2008, 2009 y 2010. La mayoría de acá, tiene más de 13 años de antigüedad en la institución”, detalló.

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“¿Qué hago yo? Soy especialista en Producción Agrícola. Además de ser veterinario, hice una especialización y me dedicaba a todo lo que tenía que ver con el desarrollo avícola en La Pampa. No somos una provincia que se dedica a la producción de huevo y carne de pollo. Tenemos poca experiencia y desarrollo y me dedicaba a proyectos vinculados a eso”, explicó. “Y, en todo lo que es el oeste pampeano, brindaba asistencia técnica, colaboración a pequeños productores. Cuando uno llega al interior: Santa Isabel, Algarrobo del Aguila, el productor chico pocas veces tiene contacto con veterinarios que pueden colaborar en la producción primaria y lo que buscábamos, era la inocuidad. La mayoría de los alimentos que consumimos, son provistos por pequeños productores y productores familiares”.

“Lo que hacíamos, es que en la etapa previa, la crianza del animal, en productos como verduras y demás, se lleve adelante en buenas condiciones y que el producto sea inocuo para nuestra salud. Todo lo que dejamos que hacer ahora, repercutirá en tareas que desarrollarán otros organismos, como Senasa y, en el caso de las verduras, no tengamos un grado de inocuidad de lo que llega a nuestras mesas: es decir o lo hará Senasa, o no lo hace nadie”, cerró Folmer.